Odio las películas románticas con final feliz y no me malinterpreten. Bonitas son. Pero
crean unas expectativas tan altas, que pensamos que el ir por la calle y
chocarnos con un chico guapo ya significa que la música tipo "I will
always love you" está sonando y que hemos encontrado a nuestra media
naranja.
( Válgase ciertas excepciones)
Si pudiera destacar una historia de amor para vivir en propia persona, aún desacreditando todo lo que dije con anterioridad, escogería la francesa Amélie. Puede que sea por la fidelidad a una historia que roza la locura al igual que su protagonista, que se deja la piel ayudando a los demás mientras descuida su propia vida. O puede que sea por el amor soñador que ambos protagonistas muestran en la improbabilidad de lo posible. Pero Amélie me ganó desde los primeros minutos.
El papel protagonista está a cargo de la guapérrima Audrey Tatou, en que yo considero (a pesar de su afán por trascender en el mundo Hollywoodiense), su papel. No sé cuantas personas pasaron antes que ella por el casting, o si fue amor a primera vista del director, pero no encuentro un algo que difiera en su espléndida actuación. Entre otros personajes, con un peso muy considerado, está Mathieu Kassovitz, Isabelle Nanty, Jamel Debbouze, Yolanda Moreau, Dominque Pinon o Ticky Holgado.
Además, un factor fundamental que hace que la película funcione favorablemente la presencia de un narrador que va contando la historia, dándole más vida.
Alguien muy sabio para mi, me dijo un día que no me conformara con las superproducciones estadounidenses, que si quería aprender del cine tenía que expandir mi mente a otros países, sugiriéndome empezar con Francia.
( Válgase ciertas excepciones)
Si pudiera destacar una historia de amor para vivir en propia persona, aún desacreditando todo lo que dije con anterioridad, escogería la francesa Amélie. Puede que sea por la fidelidad a una historia que roza la locura al igual que su protagonista, que se deja la piel ayudando a los demás mientras descuida su propia vida. O puede que sea por el amor soñador que ambos protagonistas muestran en la improbabilidad de lo posible. Pero Amélie me ganó desde los primeros minutos.
El papel protagonista está a cargo de la guapérrima Audrey Tatou, en que yo considero (a pesar de su afán por trascender en el mundo Hollywoodiense), su papel. No sé cuantas personas pasaron antes que ella por el casting, o si fue amor a primera vista del director, pero no encuentro un algo que difiera en su espléndida actuación. Entre otros personajes, con un peso muy considerado, está Mathieu Kassovitz, Isabelle Nanty, Jamel Debbouze, Yolanda Moreau, Dominque Pinon o Ticky Holgado.
Además, un factor fundamental que hace que la película funcione favorablemente la presencia de un narrador que va contando la historia, dándole más vida.
Alguien muy sabio para mi, me dijo un día que no me conformara con las superproducciones estadounidenses, que si quería aprender del cine tenía que expandir mi mente a otros países, sugiriéndome empezar con Francia.
Cuando
vi Amélie entendí lo que me quería decir. ¿Quieren historias de amor?
Digan adiós a Titanic o El diario de Noa e investiguen cines de sitios
inexplorables. Quizás se sorprendan.
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